Ian Anderson Plays “Thick As A Brick”
World Tour 2013 – Sudamérica
Teatro Gran Rex – Domingo 10 de Marzo del 2013, 20 Hs.
Repertorio: Thick As A Brick (Álbum original) -intervalo- Thick As A Brick 2 (2012). Bonus Track: Locomotive Breath.
Músicos: Ian Anderson (Voz Líder- Guitarra Acústica y Flauta Traversa) – David Goodier (Bajo y Coros) – Scott Hammond (Batería y Percusión) - Ryan O´Donnell (Voz, Coros, Danzarín, Mimo y Actuación) – John O´Hara (Piano, Acordeón, Teclados, Órgano, Coros) & Florian Opahle (Guitarra Eléctrica).
Comentario
Ian Anderson ha vuelto a Buenos Aires bien tempranito en un año que (a nivel visitas) parece que promete bastante. No es la primera vez que lo hace -sea con su banda madre “Jehtro Tull” o en plan solista- ni será la última pues el espíritu y vitalidad que demostró el pasado Domingo 10 de Marzo dan cuenta que aún es demasiado joven para el Rock & Roll. Pero ésta fue una visita especial: la conmemoración del 40º Aniversario de la Edición de quizás la obra máxima de Jehtro Tull, “Thick As A Brick”. Acontecimiento que fue objeto de celebración con una segundo secuencia discográfica (ésta vez solista[1]) publicada en el 2012 y con muy buena repercusión artístico-musical, apoyado con respectiva gira que ya ingresa a su segundo año de desarrollo.
En la previa, en inmediaciones y Hall de entrada del Teatro, su personal anunciaba la puntualidad de inicio del concierto y ciertamente fue así. Fiel a su puntillosa tradición británica, los músicos de la banda cuan si fueran personal de limpieza del Teatro –enfundados en guardapolvos marrón claro- fueron subiendo al escenario a las 20:00 Hs. e interpretaron un sencillo y humorístico “sketch” teatral: empezaron a barrer, acomodar instrumentos y accesorios, limpiar, etc. conversando entre ellos y a caminar por doquier. Sí!, damas y caballeros, el show había comenzado en punto y fue hasta “Thick As A Brick” - Lado B del vinilo original el momento en que todavía seguía llegando público al teatro (¡nunca aprenderemos!). Una típica “andersoniana” manera de iniciar el show que, junto a las subsiguientes proyecciones -en pantalla trasera- de las filmaciones cómicas y caricaturescas de Ian Anderson como guía y protagonista principal, personificando finalmente al Dr. Maximilian Quad; quien recibía en su consultorio nada menos que al mítico Gerald Bostock. Justo allí es momento estelar en que Ian en persona irrumpe en el escenario empuñando su guitarra acústica, arpegios y rasguidos mediante, y cantando el principio del original “Thick As A Brick”, Lado A, con aullidos, gritos y todo tipo de ovaciones del púbico que se puedan imaginar. Parece mentira pero fue de no creer: la obra sonaba tan revitalizada y fresca como si la estuviéramos escuchando en 1972. Con absoluto respeto (por Martin Barre, especialmente), muchos coincidimos en pensar que Ian Anderson es el espíritu mismo y encarnación de Jehtro Tull y el desarrollo mismo del concierto confirmaba dichas coincidencias. La primera sección del show, la más conocida y calcada a milímetro en la memoria auditiva del público asistente, había comenzado y uno solamente tenía que disponerse a disfrutar escuchando.
Debe aclararse que Ian Anderson llegó a una etapa como artista al cual ya ningún detalle se le escapa o es por azar. Los músicos que lo acompañan en esta gira son los mismos que vienen desde hace varios años hasta esta parte y han tocado el repertorio de Jehtro Tull en infinidad de oportunidades; de hecho algunos de ellos integraron formalmente algunas de las últimas encarnaciones de la banda. Ian siempre suele tener una mano derecha firme en los teclados y es John O´Hara el hombre apropiado para el rol, desde hace varios años hasta la fecha[2]. “Thick As A Brick” es una obra con muchos fragmentos para lucimiento personal de los músicos: Tiene mucho teclado, mucho órgano, ya sea en cuanto a solos virtuosos o acompañamiento en la parte vocal; y John se ajustó perfecto a lo requerido en uno y otro caso. Ya le conocemos su pericia y profesionalismo[3] pero esta noche en particular fue clave, crucial su desempeño. Lo mismo puede decirse de Florian Opahle en guitarras eléctricas, a quien Ian solía buscarle por momentos, en plan de complicidad de algunos fragmentos y para hacer tándem escénico, además de su vistosa vestimenta y sombrero. En cambio, la base era de un perfil más atenuado pero no por ello falta de contundencia ni presencia sonora. David Goodier estaba bien abocado a lo suyo y contribuía eficazmente en la faz coral; mientras que –hacia el minuto de duración del Lado B de la canción- sabido era que a Scott Hammond le correspondía una importante cuota de protagonismo en la batería. Fragmento que aprovechó y al que le sacó todo el jugo que fuera posible, robándose las ovaciones y aplausos del público.
En sí, los mencionados son cultores de un bajo perfil escenográfico, en opuesta dirección al tamaño talento y profesionalismo que evidencian en la ejecución de sus instrumentos. Solían, por momentos, Ian, David, Florian y Ryan adoptar humorísticas e insólitas poses, inmovilizarse por unos segundos, disponerse en fila cual soldados o la ocasional llamada telefónica de su favorita violinista Anna Phoebe; actos que eran festejados vivamente por el público. La excepción a la regla, en esta “conmemorativa” presentación en particular, estuvo en una novedad, nota curiosa e interesante a la vez: la incorporación del cantante, mimo, danzarín, bastonero y (¿por qué no?) actor Ryan O´Donnell, quien tenía el particular rol de liderar en el canto en algunas partes, acompañar a Ian en otras, e interpretar y caricaturizar ciertos personajes, hacer payasadas, a lo largo de la presentación; tal y como el maestro solía hacerlo en su pasado. Esto mejoró con creces la faz musical del concierto pues permitió que Anderson tocara con absoluta plenitud las partes de flauta, mientras que la voz de Ryan se la escuchaba cual “clon andersoniano” más en su audaz actitud que su personal registro. Muchos asistentes quedamos impactados con sus personificaciones, andar de corrillo por allí o acompañar al protagonista cuan compinche ya sea sentado en banqueta, poses y/o por el frente del escenario. En lo personal, quienes estuvimos en primeras filas pudimos apreciar sus gestos, expresiones faciales o sus virtudes de mimo y bailarín. ¡Gran hallazgo, Mister Anderson!, a quien debe reconocérsele el gesto de correrse de lugar (para que apreciáramos el gran músico y cantante que es), en lo que a las facetas actoral y vocal concierne, para que este joven O´Donnell se destaque y comparta dicha parte protagónica, en una manera equilibrada distributivamente. Nótese, por ejemplo, el sketch del servicio meteorológico que ambos protagonizaron, previo a iniciar el Lado B de “Thick…”. De pronto, en todos estos años, empiezo a vislumbrar que algo ha cambiado y para bien. Ryan se muestra como el exacto intérprete de lo que Ian pretende de él arriba del escenario; lo cual, una vez más, sirve para reconocer la sabiduría y grandeza que este gran artista llamado Ian Anderson porta.
Intervalo de escasos minutos mediante, la segunda sección nos introdujo en “Thick As A Brick 2”, una “zona desconocida” para muchos (buena parte del público asistente allí se enteró que existía), el descubrimiento ó la ansiedad de saber cómo sonaría en vivo para los fans más acérrimos. De una u otra forma, esta segunda sección podría caracterizarse globalmente como “enigmática”, donde el silencio y plena concentración del público en la nueva propuesta fue la nota saliente. Este álbum sigue la tradición del primero al, compositivamente, conservar la esencia de su original; pero tiene una estructura distributiva más marcada y diferente, signada por las cinco alternativas -que nos propone Ian Anderson- en orden al curso de vida que Gerald Bostock pudo seguir hasta nuestros días. Dicha narrativa es la que determina el desarrollo de la música y, por ello, lo hace artísticamente interesante. De hecho, fue bienvenido y elogiado por los fans y el mundo progresivo en general, durante el año pasado.
Una ventaja apreciable es que los propios músicos que teníamos en frente fueron los que tocaron en el álbum de estudio de referencia. De modo que ello nos garantizaba una familiaridad y soltura en la interpretación, al igual que en la primera parte, pero con su correspondiente “pertenencia” y protagonismo. Tampoco cesaron las poses y gestos humorísticos, como balancearse de derecha a izquierda y viceversa, de adelante hacia atrás. Una evidente separación o corte entre secciones o temas derivaba en mayores pausas que lo tocado en la primera sección; y ese espacio fue para que el público reconozca el álbum con aplausos aprobatorios. Personalmente, destaco como punto alto en esta sección “A Change of Horses”; canción en la cual John O´Hara se luce en el acordeón y hace interesantes diálogos instrumentales con Ian en flauta y Florian en guitarra, ambos doblando sus partes. Como afirme antes, el “espíritu musical” de Jehtro Tull emergió intacto, pese a no tener delante, por decir, a emblemáticos Martin Barre y Doane Perry (integrantes con mayor continuidad y presentes en las más recientes formaciones de la banda). Por supuesto: la pantalla trasera proseguía contribuyendo al espectáculo, con sus imágenes (primeros planos de músicos) y proyecciones acordes (los miembros de la banda e Ian actuando de banqueros); tanto como Ryan haciendo de las suyas, usando megáfono (en “Confessional”), alternando el canto con la lectura del diario (“Kismet In Suburbia”) –sección “22 Mulberry Walk”-; o haciendo sus personificaciones de banquero y sacerdote.
El final del show formal y álbum, respectivamente, había llegado de la mano de “What-ifs, Maybes, Might-Have-Beens” en impecable línea estilística a su predecesor. Sólo que, cuando Ian Anderson se dispuso a concluirla tocando su guitarra acústica, su canto terminó desde una proyección (vestido de impecable traje) enfatizando que ésto fue “Thick As A Brick… Two” y presentando uno por uno a sus músicos. El concierto había terminado pero la gente quería más y no se retiraba de sus butacas ni un centímetro. Vibraba, aplaudía a rabiar, gritaba y los “muchachos” accedieron a una más; que -como no podía ser de otra manera- fue el clásico “Locomotive Breath” en una versión arrolladora e imágenes alusivas desde la cabina de una locomotora en plena marcha. Banda interpretando “a todo motor” y con una potencia inusitada, seguido del público que no le perdió pisada en el rítmico acompañamiento con palmas. Con saludo final de despedida típica, más la proyección de todo el “crew” (personal de gira encargado de las distintas áreas del show) saludando también y recibiendo el merecido reconocimiento por los músicos y público asistente, creo que no hubo persona en todo el Teatro que haya salido insatisfecha. Me gustaría enterarme más adelante que Ian irá a editar un registro en vivo de esta gira (Doble CD + DVD), además de las ediciones que ya se ofrecen en su web-store. Porque, después de todo, Anderson siempre ha sido muy generoso con cada una de las ediciones aniversarios de Jehtro Tull.
La conclusión que les dejo es que la noche del pasado domingo 10 de Marzo asistí a uno de los mejores conciertos -tempranamente en el año- dados en Buenos Aires sin necesidad de recurrir a una mega producción coreográfica, escenográfica y lumínica de proporciones. Sólo la música por sí misma y una puesta acorde a ello. Enorme, si consideramos que se trataba de conmemorar el 40º Aniversario de una de las mejores y mundialmente aclamada pieza de rock de la década de los setentas. “Thick As A Brick” fue un hito musical por propio peso en la historia e industria del Rock & Roll, allá por 1972 (época en que el rock progresivo vivía su apogeo y varios de sus exponentes se sacaban chispas entre sí), y con el lujo de sumar una segunda producción homónima (ya no por “Jehtro Tull” como entidad en sí) en su honor y celebración. Miren, cuando una propuesta así aterriza en Argentina[4], el corazón intuye que la cita es inevitable, ineludible. Ian Anderson, reitero: aún seguís siendo demasiado joven (en espíritu) para el Rock And Roll y también para la parte de la frase que no quiero reproducir… ¿Se entiende?
Hugo Lagar, Marzo del 2013.
P.D.: Para esta crónica en particular, quiero agradecer a Aldo Pinelli por cierta data que me ha aportado y con quien tuve ocasión de encontrarme y conversar en el Hall de Entrada previo al show, junto a su Señora Silvia. ¡Felicitaciones a ambos por vuestro aniversario! También a algunos amigos del progresivo con quienes siempre solemos encontrarnos en estos eventos: el mítico Carlos Salatino (“El Retorno del Gigante” Radio Show), Gustavo Vranich (co-conductor de la última etapa del extinto y añorado programa radial “Gigantes Bajo El Sol”), quien también asistió junto a Laura, su señora, y Tavo Pedrozo.
[1] Para ser más precisos, la secuencia se titula “Jehtro Tull´s Ian Anderson Thick As A Brick 2” (“¿Whatever happened to Gerald Bostock?”) y se editó en Abril del año pasado. Se compone de una estructura de diecisiete canciones, divididas en varias secciones, y nos propone conceptualmente cinco alternativas del curso que la vida de Gerald Bostock pudo haber tomado desde entonces (1972) e ingresando al tecnológico y globalizado Siglo XXI, como suele sugerirnos el arte de tapa del mismo. Seguramente, para el prog fan, no pasará de largo la data que Steven Wilson -ícono sinfónico del momento- se haya ocupado de mezclar el álbum, quedando en manos del propio Ian su producción.
[2] Recordemos a John Evans, el breve paso de Eddie Jobson, Peter-John Vettese, David Palmer y Andrew Giddings, entre otros.
[3] Inclusive como conductor de Orquesta Filarmónica y arreglador orquestal, tal cual quedó demostrado en la obra multi-formato “Ian Anderson Plays The Orchestral Jehtro Tull” [Doble CD y DVD], del 2005.
[4] La parte sudamericana de la Gira, afortunadamente, tuvo su cronograma por nuestras ciudades de Córdoba (Viernes 8), Rosario (Sábado 9) y Buenos Aires (Domingo 10), tras su paso por Santiago (Chile) y su continuidad por varias ciudades de Brasil. Plazas que empiezan a ser fichaje seguro para cualquier banda que quiera venir a Sud América.