Pedro Aznar – David Lebon
Dos shows, una historia
Concierto 25 de Febrero de 2011, Anfiteatro Municipal, Rosario
Un lleno casi total en el anfiteatro del parque Urquiza. El sitio ideal para una noche de verano, el lugar indicado para ver y escuchar a dos grandes. Mientras recorría el anfiteatro me preguntaba, ¿por qué vinieron tantas personas? ¿Quizás Aznar atrae tanta gente? ¿Será Lebón el que reúne multitudes? Creo que ni uno ni lo otro. Ellos son sinergia. Juntos atraen más gente que la suma de cada uno. Es que ellos son la mitad del grupo que bien supimos llamar los Beatles argentinos. Ellos son Seru. La energía de Seru Giran sigue viva.
El primer show fue Pedro Aznar. Solo. El hombre orquestra. Tengo un concepto muy definido sobre Aznar. Es un docto de la música. Todo lo que ejecuta tiende a la perfección. Tiene con qué ser perfecto. El “one man band” se tocó todo: guitarra eléctrica, acústica, bajo, teclados, órgano de boca, caja. Pero el mejor instrumento es su voz. Cada día canta mejor, y no es cliché. No tiene límites. Rock, zamba, blues, coplas norteñas. Showman. El cierre con el tema de George Harrison nos hizo desear que siguiera otra hora.
Después llegó Gandalf, el mago de la guitarra. Lebón, con su cabellera blanca, recogida en una larga cola, su siempre atuendo blanco y su carisma. El mago blanco nos hechizó apenas comenzó a tocar. No estuvo solo. Leandro Bulacio en teclados y la niña Adriana Sica, en guitarra. Anoche David estaba relajado. Se lo vio cómodo, como sentado en el living de su casa, tocando sólo para sus amigos. Un Lebón lleno de buen humor, y muy conversador. Nos iluminó con su bastón mágico, que es su viola. Nos emocionó con su homenaje a Pappo. Nos confesó un secreto: “Cómo me gusta tocar solos… Yo escribo canciones como excusa para tocar un solo de guitarra”. Yo sé que es cierto. Porque cada solo que toca, lo toca no con sus dedos, sino con su alma. “El tiempo es veloz. Ya tengo 58 años… ¡El tiempo es cada vez más veloz!” bromeó. David, aún estás parado en el medio de la vida. Más de una vez en la noche, sin prejuicios ni rodeos, nos dijo que nos quiere. Gracias David, nosotros también te queremos mucho.
El final fue lo esperado. El dúo Lebon – Aznar y los clásicos. Yo fantaseaba con que apareciera Charly García y se sentara en el teclado. Imaginaba a Oscar Moro golpeando los parches con toda la furia. Pero Charly no apareció, fueron los dedos de Bulacio los que tocaron el piano. Los golpes de la bata de Moro fueron las palmas de los miles que estuvimos anoche. Luego de Seminare, Pedrito y David se fueron caminando despacio, abrazados, como amigos de toda la vida. Inseparables. Insuperables.
Jorge Perez Perri
Sábado 26 de febrero de 2011
Rosario