“Cero”
Patricio Villanueva
Independiente, 2011.
temas: entrando – sostenido y reflejado – reino – rincón olvidado – hombre del celuloide – ángel perdido – ilusión – busco lo que no quiero encontrar – baila en el sol – para ir (l. a. spinetta) – alguien siempre te esperó – leidison – falsos reflejos – saliendo
Patricio
Villanueva es un cantante argentino (porteño) cuya carrera musical se relaciona
directamente al Neo sinfónico-progresivo argentino, por su pertenencia
permanente a CHANETON –uno de los principales grupos de dicho movimiento, que
co-fundó allá por 1995- y la natural asociación que tiene, en la memoria
auditiva de la gente, el rango de su propia voz y estilo con la de Peter
Gabriel; una de sus influencias de cabecera y (quizás) mentor icónico de
nuestro artista. Pero, su trayectoria cuenta en el haber con varios proyectos
musicales y grupos –pasados y presentes-, trabajos de sesión, estudios en el
Conservatorio y en la actuación. Solo que, en esta ocasión, muchos años después
del inicio de carrera artística, ha decidido emprender su proyecto solista y
“Cero” es su álbum debut.
“Cero”
contiene catorce composiciones, mayormente canciones, de diferente raíz estilística,
si bien siempre situables dentro de un “poco convencional” estilo pop, con
ciertos toques “tecnos” y estribillos pegadizos y efectivos para su rápida
familiarización vocal. Otras de sus notas salientes constituyen la duración de
las canciones en una conveniente franja de tres a seis minutos promedio (con
todos los temas perfectamente predispuestos para una actual difusión radial) y
la sociedad que el cantante creó con Germán Lami (conocido tecladista del
circuito, con trayectoria en “Rapto de Europa”, “Chaneton”) para la
gestación de este álbum; desempeñándose éste en los rubros producción, compositor,
co-compositor y músico. Ambos (Patricio y Germán) contaron, también, con la
ayuda de Pablo de
Al
hacer las primeras escuchas de “Cero”,
inicialmente uno descubre que no hay un ápice del estilo musical de Chaneton en
el álbum[1]
-lo cual era algo lógico razonablemente- y no puede más que celebrar que haya
sido así. Quiero decir, me parece
perfecto que “Cero” no constituya –musicalmente hablando- una extensión o
continuación de “Chaneton”
fuera de “Chaneton”, como alguna vez se dijera de los álbumes debuts de
Steve Hackett o Ant Phillips respecto de su nave nodriza: Genesis. ¿Cuál
hubiera sido el sentido de comenzar una carrera solista con un álbum así?
Ninguno, por supuesto. En todo caso, este debut discográfico sirve para empezar
a conocer un poco más la personalidad musical de Patricio Villanueva así como,
por ejemplo, la manera en que éste contribuye a su banda madre. Ó bien la
importancia que Germán Lami –en orden al equilibrio estilístico musical-
asume en el álbum, principalmente por sus aportes “pop” y “tecno” como
rasgos presentes. Y atento, porque hacer estas afirmaciones no significa nada
malo en orden a mi gusto y opinión por la música Chaneton (siempre positiva,
siempre vigente). Solo que estamos escribiendo acerca de Patricio Villanueva
solista, esta vez.
Luego,
la breve introducción (“Entrando”)
que precede a “Sostenido y reflejado”
y esta mismísima canción sí nos demuestran -por los desgarradores y
desesperados gritos tribales, primarios de varios participantes, tanto como por
la subsiguiente interpretación vocal, la crudeza y bien seca batería (sin
platos) y atmosferas generadas principalmente los teclados- que estamos a las
puertas de una “cruza estilística” entre los álbumes de Peter Gabriel III y
IV, aunque con un sonido mucho más “contemporaneizado”. Hecho que se
confirma aún más con “Reino”
(autoría de Lami) -de una factura algo más pop e incorporando fragmentos del
folklórico “Duerme, duerme Negrito”
en el estribillo- donde la cadencia rítmica, inserción de “frases-clichés”
no tan célebres de personajes de la historia argentina reciente, una letra políticamente
comprometida, y el tratamiento de las guitarras eléctricas nos remiten
indubitablemente a “Games Without
Frontiers” (de Peter Gabriel III), en cuanto a su espíritu inspirador.
Está claro también que -aún conservando el tono político y social de las
letras- a partir de “Rincón olvidado”,
el álbum se orienta hacia otras direcciones estilísticas del pop o cercanas a
él; por lo que reminiscencia gabrieliana tan sólo permanecerá en la
interpretación y giros-falsetes vocales que caracterizan o que manipula
convenientemente muy bien Patricio (escuchar, por ejemplo, facetas de su labor
vocal en “Hombre del Celuloide”, “Baila
en el sol”, “Leidison” y “Falsos
Reflejos” por ejemplo).
Si
hay algo que Patricio sabe hacer muy bien es interpretar canciones lentas,
calmas, íntimas, puesto que su áspero rango vocal como virtud
considerablemente facilita esta faceta. Por lo que, ahora sí, era de esperar y
hasta deseable que algo por el estilo acontezca en este álbum. Entonces,
canciones como “Baila en el Sol”, el cover spinettiano “Para Ir”, “Leidison” ó
“Falsos reflejos”, son claros ejemplos y revelan una potencial veta que
–si se lo propone- Pato Villanueva podría explotar exitosamente y hasta le
permitirían ingresar con prestancia en
el mundo radial de las F.M. de la talla de Aspen ó similares. Aires de música
ciudadana y letra tanguera (plagada de retratos urbanos e imágenes de distintos
barrios, calles y lugares de Buenos Aires), mixturados bizarramente con el
tecno, solo de guitarra devastador y la arrabalera interpretación vocal,
podemos encontrar en “Ángel Perdido”;
tema de únicas y singulares características del álbum, atípica, y
sobresaliente por ello.
Por
otro lado, guiños al rock nacional argentino siempre forman parte del ADN de
nuestros artistas locales y Villanueva no escapa a esta generalización. Más
allá del majestuoso homenaje (para mi gusto) a Luis Alberto Spinetta incluyendo
su versión personal de “Para Ir” [2],
no puedo evitar comparar y/o asociar ciertos pasajes de “Ilusión”, “Leidison”
(partes lentas) o el mismo
“cover spinettiano” con el Gustavo
Cerati de “Efecto Doppler” (Soda
Stereo, “Sueño Stereo”, 1995) u otros momentos de “Bocanada”
(su segundo álbum solista); o trazar similitudes entre “Alguien
siempre te esperó” con el rock más convencional de un Nito Mestre de “Qué
pasa contigo” (de su exitoso álbum 20/10, de 1981) junto a los coros de “Encerrado
sin amar” por Los Enanitos Verdes (de “Habitaciones Extrañas”, 1987).
Incluso, mi apreciado “Falsos
Reflejos” cuenta con esos pianos del Seru Girán de 1980. Sin subestimar a
Germán Lami, la interpretación en piano de esta canción es análoga en espíritu
o actitud a la propia de Charly García en ciertos temas pertenecientes a “
Musicalmente
considerándolo, las participaciones de los músicos en “Cero”
son correctas y dimensionadas a la altura ó al servicio de lo que las
composiciones requieren. Quizás, por esa razón, no vamos a escuchar solos de
guitarras muy estridentes (salvo en “Ángel
Perdido” –por José Gómez Di Vicenzo- y “Baila
en el Sol”, por Alex Chaneton) o virtuosas demostraciones en teclados,
como el público del rock sinfónico y progresivo local (uno de los directos y
primeros destinatarios de esta obra, por la pertenencia e identificación que
Patricio tiene con el género) esperaría[3].
Si hay instrumentos –como gaitas y samplers de cuerdas, además de guitarras
acústicas, en “Ilusión”; saxo en “Busco
lo que no quiero encontrar”; ó un bandoneón en temas como “Ángel
Perdido”, “Para Ir” y “Alguien siempre te esperó”- que
contribuyen a formar ese “mosaico estilístico” del que comenté al
principio, aportando nuevos matices y riqueza tímbrica “Cero”. Lo que el
adquirente sí va a encontrar en el álbum en su conjunto es muy buen gusto y
estilo en las interpretaciones, por lo que cierta calidad “esperable” está
asegurada. Ahora, contradiciendo una popular frase, “en casa de herrero” no
puede haber cuchillo de palo. Esto es, en el álbum de un cantante, la
faceta vocal y coral no puede ser floja o mala, directamente. Patricio cumple
muy bien su rol y estimo destacable el hecho de haber convocado una voz
femenina, Vicky Usandivaras, para que lo acompañe en algunas canciones del álbum,
ya sea cantando o haciendo los coros, según se trate de “Hombre
del Celuloide”, “Busco lo que no quiero encontrar”, “Alguien
siempre te esperó”, “Ilusión” ó
“Para Ir” (brillante en estos últimos dos). El álbum gana mucho con
ello.
Sublimemente,
el álbum culmina con la –quizás para mí- mejor canción: la melancólica,
solitaria y sentida “Falsos reflejos”.
Una sobresaliente pieza musical de casi seis minutos de duración (acompañada
de una letra a su nivel) inicialmente para solo voz y piano, a los que unos
finos solos de la guitarra de Pablo de
Para finalizar, tardíamente en su carrera, nos encontramos con un primer álbum solista del cantante Patricio Villanueva. Lo sorprendente es que (como se leerá en la entrevista que sigue a continuación) se trata de un grupo de canciones “previas” a iniciar su trayectoria con Chaneton -banda que co-fundó y que lo dio a conocer en el medio- y demuestran, “aggiornamiento” mediante, la personalidad musical propia de su creador. Al editarlo en este tiempo, es obvio que el paso de los años y la experiencia en variados proyectos (basta leer la nómina de músicos que participan y cantante, más los grupos a quienes se agradece[5], en la ficha técnica) contribuyen a que ésta sea una obra de calidad, no situable precisamente en el rock sinfónico. Hay un estilo atípicamente único e inclasificable (según los standarts del mercado musical actual), en el que confluyen variadas influencias musicales (pop, tecno, rock de origen internacional ó nacional, tango, folklore, ambient, celta, por mencionar algunos), junto a letras de contenido maduro, profundo y con un claro compromiso social-histórico-político. Aspectos que tienen su correlato en el diseño y la estética de portada + libro interno del álbum. Un estilo “Patricio Villanueva”.
[1]
Excepto en cuanto al diseño de gráfica y “packaging” del mismo.
Interiorizándome un poco más en el ítem, puede perfectamente leerse en la
ficha técnica del Libro Interno del CD que –al igual que en “Sombras
Distantes” (2010), tercer álbum de Chaneton- Diego Ojeda ha sido el
responsable del diseño y las fotos de “Cero”.
[2]
Cuenta con ciertos arreglos y aires que perfectamente también la podrían
haber hecho formar parte de un álbum de las características de (Música de
Película) “Pubis Angelical”
de Charly García. Tendrán
que disculparme pero escuchar este clásico del “rock nacional”
transgrede toda pretensión de neutralidad en este análisis discográfico.
Al menos por un tema, no pueden exigirme objetividad total del análisis.
Soy humano.
[3]
Como premio consuelo,
los oyentes pueden deleitarse tan sólo con unos marillionianos (“aka”
Mark Kelly) fraseos y solos breves de teclados en “Rincón
Olvidado”.
[4]
Además
de la asociación personal con Serú Girán, no escapa a mi memoria auditiva
cierto espíritu ó aire a “Heathaze”
(Genesis, “Duke”, 1980). Los
paralelos, entre ambas, son infalibles y se trata de una canción que –años
atrás-, en Chaneton, Patricio supo rendirle tributo.
[5]
A saber:
Hugo Lagar
Burzaco, Fines De Agosto Del 2011